El gobierno del cambio del presidente Gustavo Petro es producto de una amplia movilización social que logró llegar a la jefatura del Estado. Ente otras razones, reclamando la deuda histórica de los y las trabajadoras en materia de dignificación del empleo, estabilidad, seguridad social, jubilación sustentada y remuneraciones acordes con su labor, experiencia y conocimiento. Tales prerrogativas no solo fueron banderas de campaña, sino que ahora son filones destacados del programa de gobierno.

Tan pronto el presidente Petro nos encomendó la responsabilidad de dirigir la Unidad Nacional de Protección, UNP, lo primero que hicimos fue buscar al Departamento Nacional de la Función Pública y con su director, César Manrique, convocamos, sin discriminación alguna a los sindicatos y sus representantes para oficializar el proceso de formalidad del empleo, que busca terminar la tercerización, acabar el trato precario en materia laboral, brindar estabilidad, cumplir con las prestaciones sociales, proyectar un contrato directo entre la Unidad y sus empleados y mejorar las condiciones sociales de todo el colectivo UNP.

La propuesta de la dirección expresada en la asamblea y en las reuniones sucesivas con los distintos sindicatos es nivelar por lo alto el ingreso de recursos del personal de planta y el tercerizado.

Para lograrlo es menester un proceso gradual, que pasa por una planta temporal, implementada mediante concurso, que busca volver innecesaria la intermediación contractual.

En ese mismo sentido se expidió la resolución, 1967 del 3 de octubre del 2022, que nivela la tabla de honorarios de las personas contratadas mediante ordenes de prestación de servicios en la UNP con la del Ministerio del Interior. Lo cual significa un incremento del 28 por ciento.

Pero recuperar la dignidad en el empleo no es el único objetivo social del presente equipo directivo. También lo es la proyección futura, por ello, está previsto un sistemático y profundo proceso de formación académica profesional de toda la planta operativa, con el objeto de que los trabajadores de la Unidad puedan ser competitivos en el mercado laboral cuando su proyección y las circunstancias lo requieran.

Sumado a ello, estamos comprometidos con la eficiencia y eficacia en la misionalidad de la institución, poniéndonos en sintonía con el programa presidencial que prioriza la protección y la seguridad humanas.

Por tanto, al ser este, un gobierno de clara estirpe popular mal haríamos en no avanzar hacia nuestras metas de la mano de los trabajadores. Hemos escuchado a los sindicatos desde la primera semana (Septiembre 12 y el 19 con ASEP y otras organizaciones), y seguiremos programando reuniones particulares con cada una de las organizaciones, continuaremos atendiendo a todos y volveremos realidad lo que ayer fue promesas y frustraciones.

Mucho contribuiría con el éxito, reducir las tensiones, no afectar el clima de buena convivencia ni buscar sembrar criterios equivocados o contradictorios. Pero de ahí a llegar con acciones de hecho, como ocurrió este 11 de octubre, cuando un grupo de sindicatos afiliados a la CUT, que habían convocado a un mitin informativo decidieron ejecutar un paro, impidieron el ingreso de los trabajadores, incluido el propio director, Augusto Rodríguez, no se compadece con la voluntad y la disposición de la nueva administración de resolver en buenos términos y en un ambiente fraterno las diferencias y circunstancias laborales propias de este tipo de entidades.

Paralizar la actividad en las oficinas, además de ser un acto indebido, no contribuye con las urgencias del despacho que tiene que velar por la vida de personas y comunidades en alto riesgo. Las acciones de tutela y mandatos judiciales en trámite no dan espera y la demora en resolver implementaciones de esquemas de seguridad golpean el derecho a la vida, contemplado en nuestra constitución y que hace parte preponderante de la misión de la UNP.

Entendemos que propuestas de alto alcance social y laboral de iniciativa de esta administración pueda dejar sin banderas a algunos dirigentes sindicales que han perdido la imaginación y el sentido del cambio, pero pesa mucho más el deber misional, que la entidad ostenta, que es la defensa de la vida de los verdaderos líderes sociales.

Somos respetuosos de la movilización y la protesta, como quiera que ayudáramos a suscribir una carta magna de derechos y de garantías sociales. Trabajamos en función del respeto por la vida y la expresión democrática y concebimos a los trabajadores no como subalternos sino como nuestros aliados.

AUGUSTO RODRIGUEZ BALLESTEROS

Director UNP

Bogotá, octubre 11 de 2022