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Protección integral a la tierra de los espíritus

Líderes De La Comunidad Indígena

Desde la mirada propia del visitante, la selva que rodea a las comunidades indígenas del norte del Chocó, es solo eso, una interminable sucesión de laderas de clima fresco, cubiertas por una tupida vegetación que se mezcla con las nubes bajas. Pero para los grupos étnicos residentes en el área es un mundo sagrado donde habitan los espíritus buenos y malos, conectado con el cosmos, por un lado, y, por el otro, con el alma de cada cual. Dos planos sobrenaturales con los que únicamente se puede interactuar a través de los sacerdotes o jaibanás y sus cantos misteriosos. ​.

Los centenares de indígenas que viven en este delicado entorno, asediado por flagelos como la minería ilegal y la presencia de grupos al margen de la ley, han comenzado a retornar al territorio luego de años de desplazamiento forzado, y a asentarse en sus tambos o viviendas de madera, en virtud de la primera sentencia sobre restitución de tierras del país dictada en el año 2014 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia , que les devuelve a los habitantes de la zona el dominio sobre 50 mil hectáreas con arroyos, lagunas, ciénagas, selva virgen, y árboles sagrados de aquellos con los que solo pueden hablar los jaibanás.

Esta comunidad, también protegida por el decreto/ley 4633 de 2011 que ordena la asistencia, atención, reparación integral y restitución de derechos territoriales a las víctimas, es comprendida por el Estado como un todo que debe ser protegido integralmente, “teniendo en cuenta el vínculo especial y colectivo que une a los hombres y mujeres con la madre tierra”, según reza la norma en mención. ​

En desarrollo de esta obligación que señala la ley, la Unidad Nacional de Protección inició con esta comunidad un análisis de su situación de riesgo como colectivo étnico, con el propósito de convocar posteriormente las capacidades interinstitucionales que puedan responder a las necesidades detectadas. Para ello, cinco analistas de la UNP viajaron desde Bogotá a la selva húmeda donde la ropa se pega a la piel y recuerda que esta es una de las regiones más lluviosas del planeta. ​

CAMINO ARRIBA 

El calor se juntaba con la zozobra de estar en una denominada “zona roja”, debido a los constantes problemas de orden público. Luego de una pequeña parada para abastecimiento de víveres y combustible para generadores de energía eléctrica, entre otras provisiones, llegaron hasta donde puede avanzar vehículo alguno. Cargaron dos mulas con el equipaje e iniciaron el camino de más de cinco horas a pie, subiendo por escarpadas montañas, en medio de una apretada vegetación y siguiendo por un camino de lodo, por el que los indígenas deben transitar a diario para obtener sus alimentos o acceder a los servicios de salud. La comunidad indígena a la que se dirigían hace parte del Resguardo de la zona, en donde se disputan el territorio dos actores armados, y la que además ha sido golpeada por distintos fenómenos de violencia, como desplazamiento, asesinato selectivo de sus líderes, reclutamiento forzoso, desaparición, bombardeos, explotación minera ilícita y amenazas constantes, entre otras violaciones a los derechos humanos. Ante dichas situaciones solo disponen de la palabra, con la que respaldan sus acciones y sus promesas, y delos bastones de mando que identifican a las autoridades locales.​

LA EVALUACIÓN DEL RIESGO 

A la mañana siguiente se dio inicio al taller de evaluación de riesgo colectivo, con masiva participación de representantes de todas las poblaciones que conforman el Resguardo. Estos líderes interesados en los temas relacionados con los derechos humanos, viven actualizados en cuanto a las normas que cobijan a sus comunidades. Desde el derecho defienden y exigen al Estado el cumplimiento de sentencias que los favorecen y el respeto por su cultura y tradiciones. La actividad se desarrolló dentro del respeto por las costumbres de la población y la integración con los funcionarios de la UNP que participaron en ese espacio de intercambio. La información obtenida fue muy valiosa al momento de empezar a concertar con los líderes de esta población las medidas de protección colectiva que serán presentadas al Comité de Evaluación de Riesgo y Recomendación de Medidas, CERREM, instancia que propondrá a todas las entidades de orden nacional y territorial con competencia en cada tema, respuestas a los mismos. Al tercer día se realizó una actividad lúdica con mujeres y niñas de la población, que sirvió para acercarse a la percepción femenina dentro de una comunidad con particulares valores y principios ancestrales e identificar los tipos de riesgos con enfoque de género, perspectiva que la UNP ha asumido desde hace más de un año y que se está implementando poco a poco en todos los procedimientos internos y externos de la entidad. ​

El proceso, llamado Ruta de Protección Colectiva, refleja la responsabilidad del Estado frente a estas poblaciones, a las que reconoce su cultura y sus derechos, en el marco de una atención con enfoque diferencial, siempre basada en el respeto a sus creencias y leyes. Es un esfuerzo interinstitucional que en esta apartada región del país llevará a que la tierra se contente con la comunidad, porque hasta el momento, en palabras de los indígenas, “ha estado brava”, resentida y estéril. ​​

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