Reconociendo el país, porque protección es más que seguridad
Ese día empezó un poco más temprano que todos, a pesar de que las jornadas del director de la Unidad Nacional de Protección, Diego Fernando Mora y su equipo de trabajo, generalmente empiezan en la madrugada. Aún en la oscuridad de la noche, llegaron a los hangares antinarcóticos de la policía, en la fría Bogotá. Minutos antes de las seis, despegó el vuelo que los llevaría a Quibdó, a donde llegaron en el tiempo de vuelo estimado, no sin antes soportar una que otra turbulencia en el camino. La capital chocoana los recibió con un día bastante nublado, lo que no impidió un aterrizaje normal. En la pista fueron recibidos por el Brigadier General Mauricio Moreno Rodríguez, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, Unidad adscrita al Comando de las Fuerzas Militares, que cuenta con efectivos del Ejército, la Armada Nacional, la Policía y la Fuerza Aérea, y que opera en todo el departamento del Chocó. Precisamente a la sede de esta unidad operativa fueron trasladados en una buseta los altos funcionarios de la UNP, junto con delegados de varias entidades del orden nacional, que trabajan para brindar una atención integral a las comunidades más vulnerables del país. Ya en el sitio, el General Moreno dio inicio a la primera reunión del día, haciendo una presentación de la situación de orden público en la zona, enfatizando en la manera como se está viendo afectada la seguridad de los defensores de derechos humanos. Este encuentro contó con la participación de varios personeros municipales del departamento, quienes expresaron también su preocupación por las circunstancias que afrontan actualmente los defensores y líderes sociales de diferentes colectividades del Chocó. Estos temas fueron igualmente el eje principal de una pequeña rueda de prensa que tuvo lugar al terminar la reunión.
Entre nubes inicia el periplo
Un helicóptero del ejército esperaba a los delegados del gobierno para recorrer los 80 kilómetros que separan a Quibdó de la población de Pie de Pató, cabecera municipal del municipio Alto Baudó, ubicado a orillas del río que le da el nombre: el río Baudó. Desde el reducido espacio de la nave, en donde tenían que apretujarse unos con otros, acurrucados en pequeñas butacas, se ve la tupida selva chocoana, interrumpida a veces por las cicatrices que deja en esta hermosa región la minería ilegal. Días antes se han realizado operativos para destruir la maquinaria utilizada en este ilícito, pero el daño ambiental ya está hecho.
El Baudó aparece de repente, serpenteante entre el verde de la exuberante vegetación chocoana. En una de sus orillas se divisa una cancha de fútbol, construida por la comunidad, en donde aterriza el aparato. Los funcionarios fueron recibidos por alegres jóvenes y niños de la población, quienes los acompañaron en la caminata que emprendieron hasta la alcaldía municipal.
La vista que ofrece el poblado es agradable y, si bien se advierte la humildad, no se visualiza miseria y a pesar de no contar con acueducto y carecer de otros servicios básicos, como agua potable y energía eléctrica, el que llega se encuentra con un vecindario limpio y organizado, en el que se nota la labor constante de la comunidad.
El sendero está cementado y rodeado por casas de madera, apoyadas sobre palafitos, que conforman unas pocas y pequeñas manzanas de viviendas, desde cuyas ventanas la gente saluda amablemente y entre las cuales, los visitantes encuentran tiendas en donde conseguir bebidas y pasabocas antes de ingresar a la alcaldía e iniciar un nuevo encuentro con esta comunidad.
La oscuridad recibió a los visitantes en el recinto del concejo municipal, espacio que luego fue iluminado por un pequeño bombillo, alimentado por una planta eléctrica. Bajo la luz vaga del diminuto foco, se advertían algunos escritorios en donde tanto funcionarios como pobladores tuvieron que acomodarse y desarrollar la reunión.
Al llegar fueron abordados, en primera instancia por representantes de Rincón Indio, colectividad indígena víctima de desplazamiento desde el año 2014, que se encuentra actualmente en proceso de retorno a sus tierras y cuyos integrantes fueron atendidos principalmente por el personal de la Unidad de Víctimas que se encontraba en el grupo de funcionarios. La alcaldesa de Alto Baudó, Carmen Londoño Mosquera, también intervino en las aclaraciones hechas a los representantes indígenas.
Como primera autoridad municipal, Londoño Mosquera dio luego la bienvenida al grupo de delegados del gobierno, resaltando la importancia de que en la zona se realice una intervención articulada de las entidades estatales. En su intervención, la alcaldesa manifestó también que la seguridad y el mayor incentivo para que los jóvenes no se vinculen a actividades ilícitas, sino que se incorporen a una actividad productiva legal, están precisamente en una intervención integral del estado, a través de proyectos productivos, capacitación para el trabajo y, obviamente de inversión privada, sobretodo en la industria bananera, principal actividad agrícola y fuente de empleo en la región.
Dentro de los temas tratados está precisamente la dificultad que tienen los agricultores para llevar el banano que cultivan a los puntos en donde lo pueden vender, lo que genera fenómenos que desfavorecen el progreso regional, tales como formas ilegales de comercio, monopolización del producto, especulación en los precios y, por ende, pérdidas para los productores.
Como en la mayoría de poblaciones de la zona, el río es su principal y a veces única forma de comunicación y traslado a otros sectores, así como fuente de agua, pero también de eliminación de desechos orgánicos, situación que produce problemas de salud en los pobladores. Luego de un breve recorrido por la iglesia y una pequeña y maltrecha cancha múltiple, termina la visita a Pie de Pató.
Entre Ríos
Después de otro vuelo corto en el helicóptero, que aterrizó en una de las riberas del río Atrato, los delegados del gobierno abordaron una lancha en la que atravesaron el importante afluente para llegar al municipio de Lloró, para una rápida reunión con sus autoridades y habitantes. Esta población, catalogada como una de las zonas más lluviosas del planeta, tampoco cuenta con agua potable ni acueducto, en una paradoja difícil de entender. Es precisamente de las precipitaciones y los ríos y quebradas de la zona, de donde los lloroseños adquieren el vital líquido para poder vivir y que les permite funcionar como una comunidad que obtiene la comida mayormente de sus propias huertas y cultivos y de la pesca.
En un ambiente festivo y alegre, los miembros de una especie de comité de bienvenida, vistiendo chalecos verdes que los identificaban como tal, recibieron y acompañaron a los visitantes hasta la alcaldía, en donde el primer mandatario municipal, acompañado de concejales y líderes sociales, habló en representación de la comunidad, puntualizando las problemáticas principales del lugar, que coinciden con las de Pie de Pató, en cuanto a urgencia de oportunidades formativas y laborales para los habitantes, así como mejoramiento de servicios básicos y
necesidad de manejo del tema de desplazamiento, especialmente de líderes sociales que deben salir de su territorio temiendo por su vida, inmersos en las luchas por el control territorial entre organizaciones criminales que ejercen el narcotráfico y la minería ilegal.
Los integrantes de la delegación que realizó este recorrido, estuvieron atentos a cada una de las inquietudes de pobladores y autoridades locales y en la población quedó la esperanza al ver que el gobierno nacional con actividades que, como esta visita y el Plan Todos Somos Pazcífico, evidencian sus avances, está comprometido con la atención integral y la articulación de todas las instituciones para lograr una cobertura eficaz a todos los chocoanos.
De Regreso
Una vez establecidos compromisos de gestión por parte de cada una de las entidades asistentes, se inicia el largo recorrido de vuelta a Bogotá, para el cual ya estaba próximo a despegar el avión desde Quibdó. Debido a los trasbordos entre helicóptero y lancha, al llegar a la capital chocoana debieron esperar más de una hora para que el aeropuerto autorizara nuevamente el despegue del avión.
Eran ya las cinco de la tarde y ninguno de los integrantes del grupo interdisciplinario había almorzado. Por la premura, debieron hacerlo sentados en el andén de la pista, a donde les llevaron una bandeja paisa que, a esa hora y luego del ajetreado día, fue agradecida y muy bien recibida. Finalmente, el vuelo hacia Bogotá salió de Quibdó minutos antes de las seis de la tarde.
La noche y el frío los recibieron nuevamente en la capital del país y, a pesar del cansancio y la angustia por las problemáticas e incontables penurias de los chocoanos, conocidas durante el viaje, los altos funcionarios de la UNP parten hacia sus hogares con la satisfacción de estar contribuyendo a que cambie la historia de esos pueblos, lo que los motiva a seguir emprendiendo cada día una nueva jornada de difícil pero enriquecedora labor.
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